Sin embargo, Federico Jeanmaire (1957) intenta forzar ese
límite y a medida que avanza en la historia echa mano a recursos que únicamente están para dilatarlos (la subtrama del padre del marido), o exagerarlos (madre en silla de
ruedas más padre con cáncer de pulmón terminal que recurre a la
morfina para paliar el dolor). La expansión de la historia trae como consecuencias la sospecha acerca de la hija ausente y la
explicación de esa ausencia donde pareciera que los padres no reciben ni un mail de ella. Sin embargo, la hija ausente no aparece. Esto es intencional, porque si la hija apareciera, el remate de la historia no tendría sentido.
Y precisamente al final, cuando el remate de la
historia se empieza a vislumbrar, el efecto dramático no se logra porque la ausencia de la hija deja al descubierto el artificio de un recurso que hubiera funcionado, quizás, en otra ubicación temporal.
Una novela fallida.
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