Ir al contenido principal

4321 (Paul Auster, 2017)



En las últimas páginas de su novela, Paul Auster explica lo que intentó hacer en las casi novecientas páginas anteriores. Con esto parece admitir que tal vez su experimento no haya sido efectivo.



No se puede negar que Paul Auster es habilidoso en hilar historias. En 4 3 2 1 hay un exceso de confianza en esto y Auster explota su habilidad para reunir en un solo volumen cuatro variaciones en la vida de un mismo personaje (Archie Ferguson) para decirnos que cualquier decisión puede cambiar el rumbo de una vida. Esta única idea sostiene las casi mil (¡mil!) páginas que dejan la sensación que la historia siempre está en las preliminares. Y esta sensación aparece porque Auster se impuso como corset un tono monocorde que impide a la(s) historia(s) desbordar en más páginas si se les permitiera tomar impulso. Siempre se está comenzando en 4 3 2 1 y si se avanza es porque Auster lo decide en lugar de los personajes. Es por esto que los protagonistas (tanto el principal, Archie Ferguson, como los secundarios) se caracterizan por la ausencia de entidad. Son marionetas que Auster maneja según le convenga y para ellos es lo mismo una historia íntima que la Gran Historia: las distintas enumeraciones de momentos importantes de la historia estadounidense pasan como música de fondo no tanto por estar como elementos decorativos sino porque los protagonistas no tienen la entidad para interactuar con esos momentos.


4 3 2 1 es un mamotreto soporífero, confuso por momentos, aburrido la mayoría de las veces, que uno continúa leyendo por el único interés de conocer el cierre del experimento. Podrían ser cinco tomos y no haría la diferencia. Eso sí: con menos páginas tal vez hubiera sido más digerible.


En definitiva, un meditado paso en falso de Paul Auster.




Comentarios

Entradas populares de este blog

El ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha. Segunda Parte (Miguel de Cervantes, 1615)

Pasaron diez años de la primera parte del Quijote, Cervantes ya sabe que tanto Quijote como Sancho son celebridades e incluso un tal Avellaneda se apropió de ellos y pergeñó una segunda parte que, según las fuentes, es muy mala.  Con todo este bagaje, Cervantes acomete una segunda parte que comparada con la primera tiene varias diferencias. 1) La estructura . En la segunda parte ya no hay historias desconectadas (que en el final de la primera parte llegaba a saturar un poco), sino que las historias secundarias se hilvanan dentro de la trama para cargarla de sentido y hacerla avanzar. De hecho, la bifurcación del relato cuando Sancho es nombrado gobernador y Quijote queda en el castillo del duque es equilibrada y contiene ganchos de suspenso que luego serán utilizados en infinidad de best-sellers. 2) El tiempo. Sí bien en la cronología de la trama no pasaron más de un mes o poco más del fin de la primera parte, es evidente que la escritura acusa la década que media entre una y otra...

El señor presidente (Miguel Angel Asturias, 1946)

  La novela de Miguel Angel Asturias (1899-1974) envejeció bastante mal. Si bien la sociedad de delaciones, adhesiones y paranoia está descripta con recursos precisos, lo que se fue diluyendo con el paso del tiempo es la figura del Sr. Presidente que se intuye omnipresente pero apenas aparece como un personaje un tanto decorativo. Pero lo que envejeció de mala manera es su estructura enrevesada, de idas y vueltas temporales y situaciones que se van plegando sobre sí mismas como nudos en una cuerda que pudo haber sido novedosa a mitad de los años cincuenta pero con el tiempo resulta poco funcional para la trama. De hecho, una narración lineal hubiera resaltado la historia del Cara de Angel y su amor fulminante por la hija del enemigo del Sr. Presidente. Sospecho que Mario Vargas Llosa con La Fiesta del chivo (2000) fue el responsable de hacer envejecer la novela de Asturias que, por otro lado, tiene novelas más logradas como Viento fuerte (1950) Una novela de palpable y tra...

Las madres no les decimos esas cosas a las hijas (Federico Jeanmaire, 2012)

  Una madre en silla de ruedas grabándole a la hija que vive fuera del país una serie de DVDs a manera de diario con algunas intervenciones de un esposo que está muriendo de cáncer de pulmón pareciera tener como límite el cuento o la novela corta. Sin embargo, Federico Jeanmaire (1957) intenta forzar ese límite y a medida que avanza en la historia echa mano a recursos que únicamente están para dilatarlos (la subtrama del padre del marido), o exagerarlos (madre en silla de ruedas más padre con cáncer de pulmón terminal que recurre a la morfina para paliar el dolor). La expansión de la historia trae como consecuencias la sospecha acerca de la hija ausente y la explicación de esa ausencia donde pareciera que los padres  no reciben ni un mail de ella. Sin embargo, la hija ausente no aparece. Esto es intencional, porque si la hija apareciera, el remate de la historia no tendría sentido. Y precisamente al final, cuando el remate de la historia se empieza a vislumbrar, el ...

Para quien quiera, pueda o desee aportar