Al parecer, en la primera mitad de la década de '80, Francia sufría una crisis laboral y económica que heredó de De Gaulle y que la llegada del gobierno de Miterrand no podía solucionar.
Francois de Closet desgrana el estado de situación de cada sector productivo francés y como los sindicatos en sus distintas pulseadas lograron beneficios según la presión que podían ejercer para cumplir sus objetivos. En el libro se deja en claro que no es lo mismo el sindicato de trabajadores postales que aquél que agrupa a los trabajadores textiles para ganar la pulseada. También hay una crítica al reparto de subvenciones para la industria. Mientras que la mencionada industrial textil es dejada de lado (lo que lleva a la explotación de los trabajadores), el gobierno de Miterrand apostó fuere por la industria metalúrgica o aérea.
No obstante, para De Closet, la solución a los problemas laborales y económicos de aquella Francia no estaban ni en la derecha, ni en la izquierda. Tampoco en el socialismo ni en el neoliberalismo, sino en el capitalismo. En sus reflexiones parece decir que tanto el neoliberalismo como el socialismo son extremos que dañan el normal funcionamiento del capitalismo e impiden un equilibro económico lógico. La pregunta que surge mientras uno avanza en la lectura es quién regula el capitalismo. De Closet no da una respuesta (de hecho, es claro que evita responderla) y el libro, al evitar ir por ese rumbo, comienza a convertirse en una repetición de huelgas, ejemplos de condiciones de trabajo productivas o abusivas o gastos gubernamentales. Quizás el tono de denuncia (exagerado a veces) es el que deja al descubierto esa falencia y termina de redondear un libro que puede ser interesante para repasar el origen de prácticas nocivas como la tercerización laboral que tendrán ímpetu durante la década del noventa y que aún se mantienen para peor.
En suma, un informe que se comienza a leer con mucho interés y se lo termina con cierta indiferencia.
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