Ir al contenido principal

1984 (George Orwell, 1949)

 















En 1984, Orwell no deja lugar a dudas: "el Partido" es el Partido Comunista, "el Gran Hermano" es Stalin y los traidores al "Partido" son Trostky y cía.  El ser humano vive únicamente para producir: a las clases inferiores se les permite ciertas libertades básicas (pornografía, alcohol) porque eso les impide pensar y la tecnología está al servicio del control del pensamiento y la represión. Los capos de "el Partido" gozan de lujos y manjares que al resto no le llega. Como vemos, Orwell y el comunismo no se llevaban nada bien. Sin embargo, la mayoría de estas descripciones de esa sociedad dominada por El Gran Hermano remiten al capitalismo más que al comunismo. 









¿Pero qué piensa  Orwell del capitalismo? Nada. Lo menciona, muy al pasar, con un personaje de 80 años que no recuerda su juventud y por lo tanto no le puede responder a Winston Smith cuál etapa fue mejor: si la capitalista o la comunista. Pero más evidente es cuando evita comparar al comunismo con el nazismo porque, obviamente, nada es comparable con el nazismo que, por otra parte, tiene varias similitudes con el gobierno que describe Orwell en su novela además de haber sido un freno de Europa a la temida avanzada comunista post-revolución rusa. 












Supongo que esta tirria de Orwell con el comunismo le impidió tomar distancia de su obra para darse cuenta de que, en realidad, estaba describiendo un mundo capitalista. Y esta ceguera lo lleva a frenar dos veces la acción de la novela para llenar las páginas de elucubraciones repetitivas (el libro de Goldstein) o la insólita justificación de O'Brien sobre el deseo de acaparar poder por el poder mismo; excusa a todas luces falsa si lo contrastamos lo que el mismo Orwell describía páginas más adelante. También está muy maltratado el personaje de Julia, el único personaje femenino que es apenas decorativo y tal vez el único que podía romper la lógica forzada de la novela.









No obstante cuando Orwell logra desprenderse de la bajada de línea, logra momentos interesantes como la cotidianeidad de los trabajadores (tema que desarrollaría magníficamente The Space Merchant (Frederik Pohl & Cyrill M. Kornbluth, 1958) o la relación entre Winston y Julia donde se trasmite ese filtro de libertad dentro de la intimidad de una pareja.












Aunque es fuente de inspiración para muchas novelas (como para la celebrada The Handsmaid's tale, Margareth Atwood, 1985), buena parte del discurso de 1984  perdió fuerza  con el paso del tiempo pero, paradoja, aún mantienem interés los apuntes laterales de la historia que, intuyo, es lo que sobrevivirá de esta novela.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Vudú Urbano (Edgardo Cozarinsky, 1985)

  Los primeros relatos de Edgardo Cozarinsky (1939-2024) unidos por la temática del exilio, el ida y vuelta a la patria abandonada (o más bien tendríamos que decir Ciudad de Buenos Aires) y una crítica no tan velada hacia los motivos del exilio (la persecución de la triple AAA) que se extiende a la figura de Perón y Evita que a veces nombra y otras veces no. Pero más allá de cuestionamientos a su mirada política, los relatos no dejan de parecer desahogos personales que están pensados más como diario íntimo que como producción literaria para terceros. Es así como el relato que abre el volumen funciona hasta el momento que aparece el amigo del servicio militar que también era soplón de los militares. La unidad del relato se rompe para dejar paso a una elipsis que Cozarinsky hace pasar por un borroso recuerdo que deja a medio camino el cuento. El resto del volumen sigue en esa lìnea y es una constante repetición de temas que se van acumulando con muy poco entusiasmo tanto de ...

Seis problemas para Don Isidro Parodi (Jorge Luis Borges-Adolfo Bioy Casares, 1942)

Seis relatos donde se juega con tanto con la parodia como los códigos de la novela deductiva y cuyo resultado es por lo menos irregular. El problema básico es que tanto Bioy Casares como Borges pretenden emular a Wilkie Colllins o Chesterton pero carecen de lo que en esos autores era un mèrito: el respeto por los personajes. Para los dos autores todos los personajes que integran los relatos (incluído el mismo Isidro Parodi) son patéticos, víctimas de sus propias torpezas (que no de sus ambiciones u perversiones) o engreídos y merecedores de las situaciones que les comentan a Isidro Parodi para que resuelva desde su celda, encerrado por un crimen que no cometió. En pocas palabras, Jorge Luis Borges (1899-1986) y Adolfo Bioy Casares (1914-1999) se colocan por encima de sus personajes y se divierten moviendo los hilos de sus destinos sin importarles sus motivaciones o intereses. Si el primer relato del volumen ( Las doce figuras del mundo ) sirve como carta de presentación y eso capta el ...

Second Generation (Howard Fast, 1978)

Howard Fast (1914-2003) es un escritor de dilatada trayectoria que en sus últimos años se ubicó cómodamente dentro del género best-seller .  A este género (o sub-género), se ajusta Second Generation . La novela se puede ver como una continuación de The Inmigrants (1977) aunque se puede leer de manera independiente más allá de la familiaridad que se tenga con algunos personajes si uno leyó aquél libro. En este caso, la ubicación temporal se enmarca en las previas a la Segunda Guerra Mundial y en sus cercanos años posteriores para darle lugar a la historia de varios personajes en donde resalta Dan Lavette (un millonario que mordió el polvo en la crisis del 29 y que recupera cierto nivel económico gracias a la Segunda Guerra Mundial), Barbara Lavette, su hija, y Jean Whittier (ex esposa de Dan). Estos tres personajes serán los ejes donde Fast aplica cada una de las reglas del best-seller : ambientes pudientes, personajes planos, situaciones dramáticas, muertes que son lo suficient...

Para quien quiera, pueda o desee aportar