Pasaron diez años de la primera parte del Quijote, Cervantes ya sabe que tanto Quijote como Sancho son celebridades e incluso un tal Avellaneda se apropió de ellos y pergeñó una segunda parte que, según las fuentes, es muy mala.
Con todo este bagaje, Cervantes acomete una segunda parte que comparada con la primera tiene varias diferencias.
1)La estructura. En la segunda parte ya no hay historias desconectadas (que en el final de la primera parte llegaba a saturar un poco), sino que las historias secundarias se hilvanan dentro de la trama para cargarla de sentido y hacerla avanzar. De hecho, la bifurcación del relato cuando Sancho es nombrado gobernador y Quijote queda en el castillo del duque es equilibrada y contiene ganchos de suspenso que luego serán utilizados en infinidad de best-sellers.
2)El tiempo. Sí bien en la cronología de la trama no pasaron más de un mes o poco más del fin de la primera parte, es evidente que la escritura acusa la década que media entre una y otra. De hecho, el reconocimiento que todos tienen del Quijote y Sancho y de las aventuras de la primera parte, sería imposible de conocerse con tan pocos días de diferencia. Pero este error es disimulado por el recurso donde la ficción ingresa en la realidad y terminamos mirando el mundo como lo mira Quijote. Es decir, Quijote como personaje se topa con lectores de una realidad que nunca vivió (el Quijote de Avellaneda), pero también de su propia historia,quiénes reconocen a Quijote y Sancho como personajes de ficción. Esta recurso intrincado, Cervantes lo resuelve sin inconvenientes y, lo más llamativo, sin confusiones.
3)El humor. En la primera parte la sátira sobre los libros de caballería le dan un tono ligero a la trama, lo que permitía la inclusión de relatos externos sin que moleste del todo. En la segunda parte, el humor es menos satírico pero más trabajado y en relación directa con la trama; es decir, Cervantes deja de lado la referencia a los libros de caballería para construir un mundo con reglas propias. Incluso, los momentos cómicos son muy visuales (casi un gag cinematográfico) y los chistes verbales son precisos; repletos de juegos de palabras y réplicas ingeniosas donde, sin dudas, Sancho se lleva las palmas.
En definitiva, esta segunda parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha supera a la primera por varios cuerpos y no hay dudas que Cervantes escribió una obra que atravesó los siglos sin perder ni un gramo de ingenio.
Una obra maestra.
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