Alberto Laiseca es una rareza en la literatura argentina y me animaría a decir mundial. En él se puede rastrear a Bukowski, Miller, Celine, pero también a John Waters, Russ Meyer y en especial a Roberto Arlt.
Si, soy mala poeta, pero... es tal vez la novela más feminista de Laiseca pero escondida detrás de un machismo brutal que el propio autor critica y castiga en una (auto)flagelación rabiosa. En esta novela se condensa el Mundo Laiseca (referencia a sus libros anteriores, en especial Los sorias y Las aventuras del Profesor Filigranatti) donde la voz del autor/narrador pasa a ser la del Monitor (el temible pero simpático dictador de Tecnocracia), donde cada uno aporta un relato, una reflexión o una crítica al mundo que se narra y al que está fuera de esa páginas.
Por la ¿novela? transitan poetas muy putas, chinos muy perversos, muchas tetas, sadomasoquismo duro, chicas libertinas, hombres toscos que lo único que pueden ofrecer es violencia y un sinfín de microcuentos que avanzan como un tsunami que revuelve todo hasta el último renglón donde la novela termina porque el espacio es tan tirano como el Monitor y deja tras de sí un mundo dado vuelta.
Tal vez no sea la mejor novela de Laiseca (el desborde, aunque controlado, por momentos parece exagerar sus tics para satisfacer a un lector cautivo), pero sí es diferente en la manera en que el autor organiza la ¿novela? para reflexionar sobre el machismo, el placer femenino, el pasado y un no futuro indefinible.
Una experiencia única y extrema.
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