Ryan Randall McMurphy es un pendenciero irlandés que se hace pasar por loco para evitar la cárcel. Así recae en un sanatorio mental dirigido por la inexpresiva y gélida enfermera Ratched donde se encontrará con el Jefe Brandem (el narrador de la historia), un indio al que todos creen sordomudo, Billy Bibbit (un treintañero tartamudo), Harding (que en toda la novela parece ser un homosexual reprimido) y varios internados más que se estremecerán con la llegada del irlandés hasta que lentamente McMurphy irá erosionando el dictatorial poder de la enfermera Ratched y de todo el Tinglado (que puede ser tanto el hospital como el gobierno en general) hasta que el juego de McMurphy comienza a hacerse peligroso tanto para él como para sus compañeros del sanatorio.
Lo impactante de la novela de Ken Kesey (1935-2001) es sin lugar a dudas los personajes que habitan en ella. Kesey logró darle a cada uno una entidad que es independiente del relato. Da la sensación de que cada personaje ya está vivo antes de que uno empiece el libro y que seguirán viviendo cuando uno lo termine de leer.
Sin embargo, el mayor mérito son las múltiples capas de interpretación que tiene esta novela; desde políticas a sociales: se mezcla tanto el engaño a los indios, como la condena al distinto, como la explotación laboral, como el racismo; todo en un trago potente que sin embargo permite diferenciar cada sabor.
Y ese trago no tranquiliza. Dentro de la novela hay contradicciones que colocan al lector en una encrucijada que debe resolver a medida que se desencadenan los hechos. ¿McMurphy es una mala o buena influencia para los internados? ¿Funciona o no el método de la enfermera Ratched con los pacientes? ¿Cuándo se perdió el equilibrio en ese universo? A simple vista es muy sencillo identificarse con McMurphy, pero la enfermera Ratched no deja de hacer su trabajo (eso sí, con algo de sadismo) y algunos internados tienen motivos para estar ahí. Quizá el que resuma la debilidad del ser humano ante estas contradicciones sea el personaje de Billy Bibbitt, el tartamudo; uno de los personajes más dominados no solo por la enfermera Ratched, por McMurphy (aunque en otro sentido) sino también por su madre. El final de Bibbitt es el complemento del final de McMurphy: dos rebeldes pero con resistencias diferentes.
Si todavia hoy One flew over the cuckoo's nest mantiene su innegable interés no es tanto por la denuncia sobre el tratamiento que sufrían los internados en los sanatorios mentales sino porque recaen en sus personajes sensaciones humanas constantes que encuentran muchas veces satisfacciones en carcajadas como las de McMurphy.
En definitiva, un clásico absoluto.
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