Maria Tibaldi Chiesa (1896-1968) se propone un recorrido por la vida amorosa de Listz. Es así como centra su eje en dos mujeres que consolidaron al músico tanto en lo profesional como en lo personal.
La primera de ellas es sin lugar a dudas María D' Agoult, una mujer bastante mayor que el músico, ya casada y con hijos, quien abandonó a su marido para huir con Liszt. María D' Agoult compartió los inicios de la carrera del músico cuando intentaba conquistar a distintas audiencias. La diferencia de edad, la distancia, los celos y el éxito que que comenzaba a tener Liszt hicieron que la relación con D' Agoult terminara en términos amables pero algo resentidos.
La otra mujer es la princesa Carolyne Sayn-Wittgenstein. En este caso, ella formó profesionalmente a Listz y cimentó su carrera tanto en las relaciones profesionales que el músico entablaría como en consejos para afianzarse como autor.
Pero hay un tercer personaje que quizá tenga mayor peso sentimental (en cuanto a la amistad) que las otras dos: Richard Wagner. Chiesa le dedica gran parte del relato a la figura de Wagner desde que Liszt lo tomó como protegido al reconocerle su enorme potencial artistico. Hasta los últimos días de ambos, Wagner y Liszt tuvieron momentos de peleas, distanciamientos y elogios mutuos a la obra. Para Tibadi Chiesa el cariño tempestuoso que Listz tenía con Wagner (que la autora deja entrever que solamente Listz parecía ser el que valoraba más el trabajo del otro) estructuró toda la madurez del compositor húngaro y le dio alas al compositor alemán para que llegara a triunfar en su país.
Sin embargo, el libro no se reduce a conflictos sentimentales. Chiesa también da una descripción ajustada de lo difícil que era mantenerse en el candelero para los compositores, las distintas cuestiones políticas que decidían el futuro de cada artista, la miseria que a Listz parecía no tocarle en parte gracias a su talento y carisma y otro tanto por sus dos compañeras que escoltaron su carrera y varias anecdótas más que redondean una biografía interesante, tal vez excesivamente melosa en su prosa (hay una romanticismo desbordante que a veces molesta) pero que sin embargo deja traslucir cariño y respeto por el biografiado.
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