Los tres relatos demuestran la capacidad de Ray Bradbury (1920-2012) para mezclar un estilo poético con una mirada entre impiadosa y melancólica de la sociedad donde la tecnología se asemeja más a una anestesia sensorial que una ventaja social (Fahrenheit 451), o donde los miedos paternos se transforman en una obsesión paralizante que solamente puede solucionarse con la sustitución de personalidad (The Playground), o donde las venganzas de las ¿minorías? contra el abuso de las mayorías no tendrá ningún tipo de piedad (...And the rock cried out).
Por supuesto, el mejor relato de los tres es el famoso Fahrenheit 451, donde Montang es un bombero que se encarga de incendiar aquellas casas que son denunciadas por esconder libros, objetos absolutamente prohibidos.. De repente, siente curiosidad por leer algunos de esos libros que quema y comienza a robarlos de las casas que incendia hasta que su mujer lo denuncia y debe huir para no ser atrapado y condenado. Fahrenheit 451 todavía mantiene una vigencia sorprendente para un cuento escrito hace setenta años. Cualquier lector de este siglo reconocerá en él objetos que hoy se usan habitualmente pero que en la década del cincuenta del siglo pasado eran pura fantasía (auriculares, tablets, pantalla gigantes) y discursos sobre la manera de controlar a la sociedad sin que ella se sienta controlada (el discurso del Jefe de Montang es tan impecable como revelador) que pueden aplicarse a la actualidad.
En The playground, un viudo preocupado porque la seguridad de su hijo en un parque de juegos decide ocupar su lugar para que él no sufra. Relato efectivo y algo intimista, tiene la particularidad de hacer convincente su inverosomilitud.
And the rock cried out... -un matrimonio estadounidense queda sitiado por una revolución donde las minorías raciales toman el poder del país para vengarse de sus opresores- no es tan efectiva quizá porque Bradbury es muy cuidoso en cuanto a la venganza de las minorías contra el matrimonio estadounidense y si bien lo que plantea es la consecuencias de la opresión, pareciera que Bradbury tuviera temor de que las minorías queden en una situación de generadores de violencia cuando no era así.
Un terceto de cuentos para nada despreciables, en especial por la joya que abre el volumen.
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