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In Cold blood (Truman Capote, 1966)

 






El asesinato de una familia en ocurrido en Holcomb, Kansas a manos de dos ladrones es la excusa para probar un nuevo recurso literario que luego se convertirá en género: la no ficción. Más allá de que el recurso y la fundación del género le pertenece a Rodolfo Walsh con su Operación Masacre (1957), In Cold Blood es un estudio de personajes que lleva a un nivel superlativo de construcción de la novela que concluye con sutileza e impecable precisión en el párrafo que cierra la novela.











Truman Capote (1924-1984) arma un rompecabezas donde a medida que acomoda las piezas va construyendo un cuadro (o un mapa, más exactamente) que nos hace sentir parte de Holcomb, pero al mismo tiempo nos pasea por paisajes, edificios gubernamentales y cárceles con descripciones que no frenan la narración y que se notan pulidas hasta dejarlas sin ningún tipo de impureza.



Pero incluso In Cold Blood puede leerse como una novela filosófica donde el azar es el que decide el destino de todos los personajes. Es azaroso que Dick y Perry terminen matando a los Clutter, es azaroso la manera que los investigadores encuentran la punta del hilo que los colocará en la pista de los asesinos, es azaroso la manera en que un personaje se salva de no haber sido asesinado esa noche. El azar (¿el destino?) es el que Truman Capote se anima a encontrarle un sentido como si fuera un Dios que explica sus designios.


En definitiva, estamos en presencia de una imprescindible e imperecedera obra maestra.

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