A veces uno tiene el perverso deseo de (re)leer los clásicos para cuestionarles su vigencia. Hay libros erosionados por los años que perdieron su calidad de clásicos y otros todavía permanecen inoxidables.
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha aún mantiene la modernidad en su estructura; posee una frescura y una hilaridad sorprendentes y sobretodo es audaz la manera en que Cervantes pliega y repliega el argumento como un juego de reflejos donde una misma situación, y al mismo tiempo, se presenta como fantasía del Quijote, realidad de Sancho (su escudero) y nuevamente fantasía cuando la realidad de Sancho Quijote la asuma como un hechizo en contra suyo.
Pero como si éste juego de reflejos argumentales no alcanzara, Cervantes no se priva de agregar historias dentro de la trama y la mejor de ellas es El Curioso Impertinente donde se narra con ingenio el pedido de un amigo a.otro para que ponga a prueba la fidelidad de su esposa cuyo remate tiene dos vueltas de tuerca precisas y lúcidas. Pero además hay situaciones desternillantes como las golpizas que recibe Sancho Panza, las confusiones de Quijote con tal de realizar un acto heroico, personajes secundarios jugosos cuyas historias se van desarrollando y conectando hasta confluir en un final festivo cuyo eje siempre es el loco de la Mancha al cual pretenden rescatar de su locura con todas las artimañas posibles.
En definitiva, una obra indestructible y obligatoria para todo aquel que no solamente quiere leer una muy buena obra sino también para quien quiera disfrutar de un momento luminoso y feliz de la literatura.
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