24 cuentos de autores mexicanos que se relacionan con el género erótico pero la mayoría de ellos están fuera del erotismo o ni siquiera lo rozan.
Con el erotismo, entonces, descartado queda simplemente apreciar los cuentos en su autonomía. Y lo que asombra es que todos los cuentos flaquean en el remate (es notable los cierres apurados o supuestamente graciosos), la mayoría tiene un corte abrupto del ritmo o solo se justifican para la chanza (La mujer del capitán Risky de Jordi Soler).
También hay -insólitamente- fragmentos de novelas (Casas de encantamiento de Ignacio Solares, Viaje al paraíso de Gabriel Careaga, Las memorias de Mamade Lu de Josefina Estrada) que, por supuesto, no se pueden juzgar como texto cerrado sino como un recorte de un relato mayor (aunque en este último caso, es disfrutable el tono del relato),
En cuanto a los cuentos más logrados, y con la mencionada salvedad de los finales enclenques, llaman la atención Cuando te miro con el traje azul (Ramirez Heredia), donde un joven fisgón que espía a una muchacha desde la rama de un árbol recibe un traje azul y dinero para debutar sexualmente y las cosas no salen como parecería que iban a suceder; La señorita (Gabriela Rábago Palafox), donde una cincuentona todavía virgen contrata a un jardinero para que la desvirgue; No desearás (Mónica Lavin), irónica muestra de lo difícil que es concretar un deseo y Tía, tía, lo que se dice tía (Héctor Anaya), donde una mujer católica guarda su virginidad pero igualmente puede disfrutar del sexo sin penetración.
En resumen, los cuentos arriba mencionados logran justificar lo erótico del título a la vez que se destacan por su construcción y son los más disfrutables dentro de un conjunto un tanto irregular y poco riguroso.
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