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Entradas

Vudú Urbano (Edgardo Cozarinsky, 1985)

  Los primeros relatos de Edgardo Cozarinsky (1939-2024) unidos por la temática del exilio, el ida y vuelta a la patria abandonada (o más bien tendríamos que decir Ciudad de Buenos Aires) y una crítica no tan velada hacia los motivos del exilio (la persecución de la triple AAA) que se extiende a la figura de Perón y Evita que a veces nombra y otras veces no. Pero más allá de cuestionamientos a su mirada política, los relatos no dejan de parecer desahogos personales que están pensados más como diario íntimo que como producción literaria para terceros. Es así como el relato que abre el volumen funciona hasta el momento que aparece el amigo del servicio militar que también era soplón de los militares. La unidad del relato se rompe para dejar paso a una elipsis que Cozarinsky hace pasar por un borroso recuerdo que deja a medio camino el cuento. El resto del volumen sigue en esa lìnea y es una constante repetición de temas que se van acumulando con muy poco entusiasmo tanto de las
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Seis problemas para Don Isidro Parodi (Jorge Luis Borges-Adolfo Bioy Casares, 1942)

Seis relatos donde se juega con tanto con la parodia como los códigos de la novela deductiva y cuyo resultado es por lo menos irregular. El problema básico es que tanto Bioy Casares como Borges pretenden emular a Wilkie Colllins o Chesterton pero carecen de lo que en esos autores era un mèrito: el respeto por los personajes. Para los dos autores todos los personajes que integran los relatos (incluído el mismo Isidro Parodi) son patéticos, víctimas de sus propias torpezas (que no de sus ambiciones u perversiones) o engreídos y merecedores de las situaciones que les comentan a Isidro Parodi para que resuelva desde su celda, encerrado por un crimen que no cometió. En pocas palabras, Jorge Luis Borges (1899-1986) y Adolfo Bioy Casares (1914-1999) se colocan por encima de sus personajes y se divierten moviendo los hilos de sus destinos sin importarles sus motivaciones o intereses. Si el primer relato del volumen ( Las doce figuras del mundo ) sirve como carta de presentación y eso capta el

Au rendez-vous des Terranova//Maigret a Nueva York//Maigret et le client du samedi (George Simenon)

Au rendez-vous des Terranova (1931) . Maigret investiga la muerte de un capitán de un barco que descarga bacalao en un puerto francés. Maigret a Nueva York (1946). Maigret acompaña al hijo de un millonario que tiene miedo por la vida de su padre. Al llegar a Nueva York, Maigret descubre un secreto de años que surge dejando muertos a diestra y siniestra para mantenerlo oculto. Maigret et le client du samedi (1962). Un hombre piensa en suicidarse porque su mujer lo engaña con otro hombre y lo llevó a vivir bajo el mismo techo. Este hombre contacta a Maigret para que se lo impida. Finalmente, el hombre desaparece de una día para el otro, sin dejar rastro más allá de una última aparición en un bar. Tres relato del icónico comisario Maigret del Poder Judicial. El particular estilo de George Simenon (1903-1989) -que pareciera narrar de manera oblicua, como al descuido, que coincide plenamente con la tàctica de análisis que usa Maigret para desentrañar sus casos- se hace presente para tall

Fahrenheit 451/The Playground/...And the rock cried out (Ray Bradbury, 1953)

Los tres relatos demuestran la capacidad de Ray Bradbury (1920-2012)  para mezclar un estilo poético con una mirada entre impiadosa y melancólica de la sociedad donde la tecnología se asemeja más a una anestesia sensorial que una ventaja social ( Fahrenheit 451 ), o donde los miedos paternos se transforman en una obsesión paralizante que solamente puede solucionarse con la sustitución de personalidad ( The Playground),  o donde las venganzas de las ¿minorías? contra el abuso de las mayorías no tendrá ningún tipo de piedad ( ...And the rock cried out ). Por supuesto, el mejor relato de los tres es el famoso Fahrenheit 451,  donde Montang es un bombero que se encarga de incendiar aquellas casas que son denunciadas por esconder libros, objetos absolutamente prohibidos.. De repente, siente curiosidad por leer algunos de esos libros que quema y comienza a robarlos de las casas que incendia hasta que su mujer lo denuncia y debe huir para no ser atrapado y condenado.  Fahrenheit 451  todavía

62, modelo para armar (Julio Cortázar, 1968)

Todo lo maravilloso que Julio Cortázar había construído en Rayuela (1963), lo detona en 62 modelo para amar . El ida y vuela temporal, las oraciones perfectamente estructuradas en párrafos largos pero para nada agobiantes, los encantadores personajes con sus ridículas particularidades, las palabras desconocidas o directamente inventadas y las historias que conformaban el universo riquisímo y autosuficiente de Rayuela en 62 modelo para armar  se repiten pero para fatigar. 62 modelo para armar tiene un inicio que pareciera no terminar nunca (el libro arranca así y no augura nada bueno, pero uno sigue leyendo porque tiene la esperanza de que alguna vez remonte), sus personajes no son más que nombres en papel gracias a una rebuscada estructura que termina por anularlos bajo el peso de una organización dramática fría y poco atractiva, los momentos ridículos no llegan a ser efectivos  y finalmente hay una exagerada muestra de erudición que en Rayuela  jamás se imponía por sobre los persona

Elena sabe (Claudia Piñeiro, 2007)

Elena, enferma de Parkinson, inicia un viaje desde la zona sur del Gran Buenos Aires a Belgrano en busca de la resolución de lo que ella considera el asesinato de su hija Rita y cuyo propietaria es Isabel, una mujer que conoció hace veinte años. Con esta premisa, Claudia Piñeiro (1960) construye un relato apoyado en un pequeño misterio donde se van agregando piezas de un rompecabezas que se completará con el encuentro con Isabel. La narración es llevada sin demasiada distracciones, con un innecesario subrayado en algunos pasajes y con una precisa descripción de la enfermedad que carga Elena. Con estos detalles que describen lo cotidiano de convivir con el mal de Parkinson, Piñeiro logra que el lector sienta la imposibilidad de Elena con sus movimientos y de qué manera sale adelante gracias a las pastillas que toma.  Sin embargo, lo que Piñeiro no puede resolver con satisfacción es la resolución del misterio. El suspenso que construyó hasta el momento del encuentro con Isabel, estalla e

Corpo Vivo (Adonias Filho, 1962)

Cajango era un niño cuando escapó de la matanza de su familia a manos de un terrateniente con ambición de una plantación de cacao perteneciente a la familia de Cajango. Rescatado por unos familiares, Cajango es dejado a la protección de Inuri, un indio con el cual se interna en la selva para protegerlo de la cacería de los forajidos que mataron a sus padres. Cajango sólo saldrá de la selva para ajusticiar la explotación de los terratientes y se convierte en leyenda. Joao Caio, otro luchador contra la opresión de los terratenientes, va tras los pasos de Cajango junto a un grupo de rebeldes para unirse a él en la lucha final con los terratenientes asesinos. Pero el viaje a Cajango tiene tantos peligros como traidores. Con una prosa rigurosa que pareciera combinar el aliento de Onetti con la parquedad de la novela negra, Adonias Filho (1915-1990) estructura la novela en un ida y vuelta temporal a la cual se le puede objetar una uniformidad de las voces que se contagian del tono del narrad

Para quien quiera, pueda o desee aportar